viajando de Bogota A Sao Paulo

En un avión apretados con asientos hechos para enanos y comiendo en bandeja de icoport con cubiertos plásticos y comida para enfermos y viendo una película de esas gringas en donde ponen a hablar a las personas con unas ardilla, claro que no se entiende nada por que los audífonos no funcionan. Comiendo y tratando de trinchar con esos instrumentos plásticos que se parten si uno hace una mínima fuerza mas allá de lo que para estos adminículos es permitido.
En esas circunstancias la comida sabe a tubo de escape de camión matizado con olor a comidas diversas y de paso el olor del baño que un turista despistado dejo abierto luego de aflojar su inflamado estomago. Uno mira las revistas que sobre todo tienen más propaganda que los periódicos de fin de semana en navidad. La revista institucional de la aerolínea de nuevo nos trae la información de lo que es la empresa de aviación, la habré leído mas de muchas veces, nos se a cuando equivale en cuartillas de tedio y bochorno, los cuidados al volar que se deben tomar en cuenta, las advertencias que se deben tomar en cuenta en cuanto al uso de instrumentos de sonido y en general de todo instrumento de tipo electrónico.
Un vecino durmiendo con la boca abierta esperando ansioso que se le caiga la cabeza que se bambolea de un lado a otro al ritmo de los vacios propios del trayecto. No se despierta pero si nos arrulla con sus ronquidos rítmicos que denotan además unas adenoides en las fosas nasales y una congestión derivada de una gripa mal curada; el tipo no se inmuta, solo cuando sube de tono su ronquido ‘el mismo se oye y murmulla seguramente, pensando que esta en su casa al lado de su esposa que le da sus codazos para calmar su ruido ensordecedor y de baja armonía pero de alta sonoridad vibrante.
Me siento cansado, atafagado y mejor mamado de esperar que pase la azafata para recoger estos residuos de comida impersonal y más cerca de lo que es un celuloide con cara de comida y sabor de alfombra de peluquería. No vienen las azafatas por los llamados platos y vasos plásticos y la apretada de ese vecino dormido me tiene con la costilla izquierda inflamada de la presión de los codos de mi ilustre vecino, un americano simpático cuando esta despierto pero en este caso esta la mayoría del viaje dormido y produciendo la guturalidad de los ronquidos de este gordo inflamado por las hamburguesas y papas fritas matizadas con gaseosa light para no sentir complejo de culpa con sus compañeros de infortunio.
Pagar por estar en categoría de first class aun cuando es mas costoso y sobretodo, casi todos lo que allí se nos hace mas ostentoso y con sabor amargo por que el guayabo es mayor cuando llega la cuenta de la tarjeta indicando el altísimo costo por poder estirar las piernas y comer con cubiertos como la gente y lograr que uno sea mas que un borrego que lo llevan a la guillotina. Es un dilema de plata y creo que yo me aguanto a este gordo simpático, la comida tal ves así la veo menos mala, los asientos son incómodos pero posiblemente debo bajar de peso, me da risa de mi mismo de como me tranquilizo ante los costos bochornosos de una first class ,mejor me paro estiro las “patas” y retorno a mi rincón con la esperanza de que ya no quedan sino 2:30 horas para iniciar la tortura criolla de la pasada por la aduana y demás tramites molestos. Igualmente con la ilusión de ver de nuevo a mis nietitos que no tienen culpa de cómo los grandes nos da por vivir alejados y esperando otra oportunidad para hacer otro viaje.
minfanteo